martes, 20 de noviembre de 2018

MALAGRADECIDA

©Patricia Karina Vergara Sánchez
pakave@hotmail.com

Mal agradecer.
Agradecer mal.
Desagradecida,
sentencian,
cuando se desobedece el yugo.

Lo que no te perdonan
es que te atreviste a decir que no.
No te reconocen el derecho, cualquier derecho.
Ni, cuando menos, la opción mínima de negarte
y, sin embargo, dijiste: “no”

Come, agradece y cállate.
Abriste la boca, dijiste que no.

Cometiste el pecado más inexcusable
para las buenas costumbres,
para quienes opinan desde el sofá,
los que van a misa y son gente de bien.

Rompiste el libreto escrito
de quienes se aliviarían de saberse buenos
y con mirar lágrimas en tu rostro.

Te observa el ojo cruel del acto caritativo,
el enemigo acérrimo de la solidaridad.
Caridades que exigen besar las manos benefactoras,
en sumisión.

Dijiste que no,
en un mundo en donde se nos ha negado todo.
Incluso, el poder transitar senderos hacia otras vidas.
Hasta la posibilidad de huir del fuego y de la muerte
o de sentarnos a descansar sobre la tierra que recorremos.

Dicen que no sabes ser agradecida.
Lo que no logran comprender
es que actúes como si merecieras
aquello tan olvidado por tantos.

Mujer, miserable entre miserables,
les recuerdas vagamente algo,
algo a lo que millones ya han renunciado.
Ciertamente, lujo para pocos.
Un gesto tan parecido a la dignidad,
como decir un “no”, en lugar de asentir y guardar silencio