© Patricia Karina Vergara Sánchez
pakave@hotmail.com
¿Qué si he sido rota?
Como la esquina de esa primavera.
Como esta inocencia.
Como aquella magia.
Algo adentro
fue convertido en trozos
deformes, doloridos,
de la que un día yo fui.
Colapso, cataclismo.
Caminé, hablé, me sostuve ante los otros.
Sólo fingía, mientras la herida sangraba.
¿Qué si he sido rota?
La cordura perdida.
La fe desmoronada.
El alma como extraviada.
Yo, desmembrada.
Me bebí el dolor,
me dormí en el llanto,
me desperté en la locura.
El mundo se me rebeló ajeno.
Irreconocible, irreconciliable.
Humillada, herida, sola.
De rodillas y la cara enterrada,
respirando arena.
¿Rota?
Cuando pude estar sola,
me senté en el piso.
Aúlle de dolor.
Me arrastré rasguñando la tierra.
Me ahogué de lágrimas.
Vomité de amargura.
Y no entendí por qué pasó todo.
Y no entiendo todavía hoy.
Casi muero,
pero me sostiene la rabia.
Casi muero,
pero no estoy muerta.
Casi muero,
y estoy rota.
Sin embargo,
voy a encontrar la forma de levantar el rostro.
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