viernes, 7 de junio de 2019

TE OBSERVO

Patricia Karina Vergara Sánchez
pakave@gmail.com

¿Cómo será vivir con la piel hermosa e inmaculada?
¿Cómo será portar el color de la harina de trigo
y que nadie, nunca, te llame fea, sucia o pobre
con gesto de desprecio?

Cómo será crecer con la cotidiana alabanza
a tus ojos despigmentados.
A tu cabello de rayos de sol del mediodía.
A tu cuerpo hecho de los mejores alimentos,
cubierto de telas 
que se pagan con un mes del salario de nosotras.

Olor a jabones exóticos.
Confianza sin límites en cada gesto propio.
A sabiendas de que cada error puede ser reparado.
O, siempre se sugiere, negar que sucedió.
Cada inconveniente puede ser cubierto,
para eso son las montañas de dinero.

Dormir sabiendo que nadie puede arrancarte el abrigo.
Ni despojarte del techo que te protege.
Tener títulos y propiedades.
Que nadie pueda robar la tierra que pisas.
Que la nevera esté llena de manjares.
Que el médico venga hasta tu puerta.

Cómo será poder narrar, con un poco de hastío,
las historias de tus viajes por el mundo
y cómo has extraído lo mejor de cada sitio.

Cómo será nunca haber caminado las calles
sin tener una moneda para el bus,
con hambre,
con dolor por dentro,
con terror a los pasos que te persiguen.

¿Cómo será habitar ese cuerpo y esa vida?
Portando esa piel tuya, tu cabello, tu olor,
tu estómago satisfecho;
eliges -en sofisticado buffet-
qué saberes saquear,
de qué creaciones apropiarte,
cuánto trabajo explotar,
cuánta sangre exprimir.
Entre brindis y sonrisas,
acumulas una jornada más de abundancia.

¿Qué se sentirá ser tú?
No lo sé.
Tú y yo habitamos en esta era
y estamos en lugares distintos del tablero.

Mis saberes y mis haceres
son muy capitalizables en tu academia
y en la teoría que todo lo exotiza.

Mi voto
te sostiene habitando en un palacio de gobierno lujoso.
Quedas muy bien en la foto,
portado mi huipil y sonriendo a mi lado.

Mi trabajo, mi inteligencia y mi sudor
se vuelven riqueza y sostén de tus empresas.

De mi útero arrancas a mis hijos,
hijos que tú no gemiste.

Mi vida, la miseria, mi sexo y mi dolor,
son placer para tu perversión necrófila
en los mercados de la sexualidad.

No logro saber qué se siente ser tú,
ni siquiera puedo imaginarlo.

Sin embargo, estoy mirándote.
y, ahora, puedo ver atrás de tu sonrisa amigable.
Te estoy descubriendo los colmillos.
Tus acercamientos son fauces abiertas,
deseosas de masticar mi carne.

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