viernes, 3 de marzo de 2023

CRÓNICA DE UNA BATALLA INTERIOR

Patricia Karina Vergara Sánchez
pakave@gmail.com





Tengo miedo de conmoverme.
Sin embargo, compadezco.
Lamento el olor a fantasma viejo
de quien ha decidido hacerme daño.

Mi otra yo se rebela.
Se enfada.
Se enrabia.
Levanto la espada.
Confrontar.
Devolver golpe por golpe.
Demostrar
Responder.

Mientras tanto,
la ira no desplaza a la tristeza.
Las preguntas son torrente:
¿En dónde se torció su camino?
¿Cómo se le perdió su espíritu?
¿Cuándo le envenenó así la envidia?
¿Cómo, tratando de envilecerme,
se volvió tan vil, tan de esa calaña?

Y me duelo yo,
pero también me duele quien me aborrece.
Sé que su voz es el eco oscuro y ronco
del parámetro del éxito,
de la misoginia,
de la competencia entre mujeres,
de quien renunció a soñar,
de quien sólo tuvo privilegio
y no supo qué hacer con ello.

Entonces sí me conmuevo,
me doy permiso de conmoverme.
No abriré la puerta.
No pondré la otra mejilla
porque le sé espantajo,
espectro antiguo y desolado.
Pese a todo, me apena su lamento,
me da lástima su infamia.
Sé que se volvería de piedra ante tanto horror,
si tuviera el valor de mirarse en un espejo.

No, no devolveré golpe por golpe.
No demostraré.
No confrontaré.

Bastante pesadilla
tiene con ser espantajo,
quien espantajo es.

Me conmueve,
le compadezco.
Guardo algún luto por su aliento
que se tornó olor a fango.

Hoy desperté sabiéndolo,
Intentó deformar mi rostro
y, ni con ello, logró que yo pudiera odiar.
No pudo arrancarme la que soy
ni mover mis pies de la tierra.

La mordida feroz
no me sumó a su guerra encarnizada.
Seguirán abominando.
En tanto, yo seré caminos abiertos
en la hierba fresca,
senderos nunca antes transitados.

Guardo mi espada con su filo.
No pudieron inocular en mí la hiel que les robó el alma.
Estoy viva y siento compasión.
Hoy desperté entendiendo que eso es libertad




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