© Patricia Karina Vergara Sánchez
pakave@hotmail.com
¡Brava, amiga feminista!
Dímelo de nuevo:
“No calles la violencia”.
Escríbelo bien grande,
con letras en tinta lila:
“El silencio no nos protege”.
Hay que hacer el escrache.
Hay que señalar al agresor.
Hay que conmovernos hasta la médula
por esa mujer que ha sido rota.
Levantar las pancartas, hacer el grito.
¡Brava por la lucha, amiga feminista!
Pero, cuidado, si vengo y te cuento
que me ha herido quien te hace amistad
o con quien tienes interesantes negocios…
Qué ocurre, me pregunto una y otra vez, qué ocurre.
Me retiras el saludo, me miras desde la insolencia.
Qué ocurre, qué son esos murmullos a mi espalda.
Qué distinto te resulta, si no es-soy una desconocida.
Será acaso que mi rostro se ha vuelto deforme,
que mi aliento apesta, mis úlceras dan asco
o soy un espejo enorme y desagradable
que te hace preguntarte qué pasa en tu casa.
Qué ocurre, qué es, amiga feminista,
que cuando hablé de violencias tantas
no te dignaste a responderme una palabra.
“Rompe el silencio” escribes en las paredes.
Me pregunto si tienes sólo pintura para decir,
si tienes también oídos para escuchar,
boca de responder, manos para hacer.
Los del sindicato cierran filas con el denunciado.
“No puede ser, lo conozco hace años”.
El director de la escuela protege al profe acosador
“No puede ser, educa aquí desde hace tanto”.
Algunas feministas hacen muros de silencio
Te dicen que fabulas, estás confundida, rencorosa,
tal vez exageras o eres demasiado intensa.
Que lo superes ya, que des vuelta a la hoja.
Tal vez no entendí que si vistes de morado
es pecado decir: “me han hecho daño”.
Te miro en la tele, te grabo el discurso en el radio.
Levantas una pancarta, llevas un listón negro en el brazo.
Cuántos cursos sobre violencia te he escuchado.
Me alegro, me alegro tanto de que nada mío haya muerto.
Hoy sería imagen para la carpeta en donde documentas infamias
y para que te tomen fotos en el mitin ante el fuego de una veladora.
Pienso que ya sé por qué no respondiste cuando te marqué al teléfono...
¡Brava, amiga feminista!,
lecciones que aprendo, tonta de mí, después de tantos años.
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